RESUMEN
En este artículo el autor hace referencia al cambio que hemos podido observar con el paso de los años sobre lo que consideramos como persona inteligente. Una persona inteligente ha pasado de ser aquellas que dominaban las lenguas clásicas, a ser las que tenían un alto coeficiente intelectual y obtenían brillantes resultados; hasta la actualidad, que las personas que obtienen éxito en su trabajo, que han sabido sacar buenos y destacados resultados en él, o que tienen vidas satisfactorias no están necesariamente relacionadas con un alto nivel de CI, o con ser los que mejores notas sacaron y obtuvieron mejores calificaciones en el colegio, sino a las personas que han sabido observar el patrón humano, las relaciones humanas y han sabido trabajar bien sus emociones junto con su inteligencia.
De esta forma pasamos de la visión clásica de persona inteligente a otra más renovada conocida como inteligencia emocional, donde en el artículo cita dos grandes modelos: modelos mixtos y de habilidad. Es bien decir, que los mixtos siempre han tenido mayor difusión en nuestro contexto educativo pero, es en este artículo donde el autor se centra en el segundo, en el modelo de habilidad de John Mayer y Peter Salovey, menos conocido en nuestro entorno, pero con grandes apoyos de revistas especializadas.
Desde esta teoría de habilidad, la Inteligencia Emocional se define como la habilidad de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos de manera adecuada y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás. Desde el modelo de habilidad, la IE implica cuatro grandes habilidades, las cuales están enlazadas de forma que para una adecuada regulación emocional es necesaria una buena comprensión emocional y, a su vez, para una comprensión eficaz requerimos de una apropiada percepción emocional.
4 componentes:
- Percepción y expresión emocional: reconocer conscientemente nuestras emociones e identificar qué sentimos y ser capaces de darle una etiqueta verbal.
- Facilitación emocional: capacidad para generar sentimientos que faciliten el pensamiento
- Comprensión emocional: integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emocionales.
- Regulación emocional: dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz.
Por otra parte, y considerando la importancia de la aplicación de este modelo en el sistema educativo, es necesario tener en cuenta que, la enseñanza de emociones inteligentes depende de la práctica, el entrenamiento y su perfeccionamiento y, no tanto, de la instrucción verbal.
Por ejemplo, ante una reacción emocional desadaptativa, de poco sirve el sermón o la amenaza verbal de «no lo vuelvas a hacer». Lo esencial es ejercitar y practicar las capacidades emocionales desglosadas en el artículo y convertirlas en una parte más del repertorio emocional del niño. De esta forma, técnicas como el modelado y el role-playing emocional se convierten en herramientas básicas de aprendizaje a través de las cuales los educadores, en cuanto «expertos emocionales», materializan su influencia educativa, marcan las relaciones socioafectivas y encauzan el desarrollo emocional de sus alumnos.
